CIUDAD DE MÉXICO (apro). –Cuando salieron las primeras computadoras, las cuales eran gigantescas, hechas con bulbos (que se calentaban enormemente), se suponía que serían herramientas muy especializadas y quizás el mundo necesitaría unas cinco o seis. Pero por suerte llegaron los transistores y eventualmente la miniaturización. Entonces gracias a la lógica binaria, inventada por Boole, de pronto se pudieron crear computadoras mucho más poderosas que las primeras máquinas de los años 1950s y además, a precios mucho menores.
Con los años, el desarrollo tecnológico trajo el microprocesador y entonces de pronto, la computadora se pudo volver personal. Salieron al mercado las primeras computadoras de 8 bits, como la Apple II, la Atari, la TRS de Radio Shack y la Commodore 64. Estas computadoras estaban limitadas en capacidad de memoria a unos 64 KBytes, lo cual es casi risible para el día de hoy en donde tenemos memorias de 16 a 32 GBytes sin problemas.
Poco tiempo después llegaron los procesadores de 16 bits y el cómputo empezó a florecer. Salieron en poco tiempo procesadores de 32 bits y estos dominaron gran parte del final del siglo 20. Ya para antes del año 2000 contábamos con máquinas muy poderosas y el término «computadora personal» ya era una realidad. Y para hacer más evidente su importancia, estas computadoras empezaron a ser parte de sistemas de nómina, de inventarios, de bases de datos y de procesamiento de palabras, hasta que de pronto las empresas de software sacaron sus productos de oficina, en «suites» que contenían hoja de cálculo, procesador de palabras, sistema de presentación de diapositivas y bases de datos.
Los siguientes 20 años fueron muy prometedores y llegamos a los 64 bits en la arquitectura de los procesadores, asunto que se ha mantenido como el estándar en los últimos años. La cantidad de memoria disponible al usuario ha crecido miles de veces y ahora tenemos sistemas que hace unos años habrían sido el sueño de los científicos del pasado.
Pero todo esto tiene un costo. A pesar de que los precios cada vez son menores, es claro que una computadora poderosa y moderna tiene hoy un costo de entre 7 mil a 15 mil pesos, lo cual no es extremadamente costoso para todo lo que pueden hacer las computadoras actuales, pero no deja de ser quizás demasiado oneroso para una gran comunidad de personas.
¿Qué hacer? Bueno, Intel desarrolló la idea de la computadora de 100 dólares, la cual se buscaba dar a estudiantes. Sin embargo, por alguna razón este esquema no funcionó. No se hicieron miles y miles de máquinas baratas y eso limitó la posibilidad de que muchos estudiantes -incluso de nivel primaria- no tuviesen acceso a los sistemas de cómputo. Hoy en día entendemos que quien no sabe usar computadoras es casi como ser analfabeta y por ende, algo habría que hacerse.
Curiosamente el fenómeno de la falta de acceso a sistemas de cómputo no sólo es del tercer mundo. En el Reino Unido un grupo de ingenieros se dieron cuenta que la matrícula de estudiantes para aprender programación cada vez era menor. Y entonces emprendieron una idea: hacer una computadora personal a muy bajo costo. Así nació la Raspberry Pi. Fue Eben Upton quien creó el diseño original de una computadora del tamaño de una tarjeta de crédito, la cual no tiene pantalla, ratón o teclado, pero que cuyo costo era de 35 dólares. Así, se podía uno conseguir un viejo monitor, algún teclado de computadora y ratón que simplemente necesitaban ser estándar, para tener una computadora poderosa con un sistema operativo como Unix, en este caso usando Linux, poderoso y gratuito.
La idea de la computadora de bajo costo no solamente tuvo éxito en escuelas, sino que muchos aficionados a la electrónica la compraron para proyectos de robótica e incluso, de inteligencia artificial. La Fundación Pi, que es una organización de caridad, dona parte de las ganancias de la venta de sus computadoras a diferentes proyectos educativos. Hoy la idea de Upton ha vendido 30 millones de unidades, lo que lo hace un éxito comercial increíble.
En México hay un número de escuelas primarias públicas que tienen su «salón de cómputo», pero hay máquinas obsoletas, con sistemas operativos ya sobrepasados, con poca memoria, etcétera. Hoy se podrían cambiar todas esas máquinas por las Raspberry Pi y se podrían usar los teclados, pantallas y ratones de estas viejas máquinas, iniciando así la posibilidad de que los estudiantes puedan no solamente jugar con estos equipos minúsculos y poderosos, sino que además, mostrar que se puede aprender a programar y crear así un curriculum para el futuro. Los programas de cómputo no están ni remotamente todos escritos. Se requieren cada vez más programadores, que resuelvan los problemas que estamos enfrentando y que, con equipos poderosos, podremos ayudarnos para lograr un mundo mejor. Pero para ello requerimos de la mano de obra de los estudiantes, que bien podrán ser los verdaderos creadores del futuro para el planeta.
*Proceso MLM
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