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Salud

Comer por ansiedad, por qué ocurre y cómo controlarlo

Comer por ansiedad
Comer por ansiedad
Hablamos con la psicóloga Júlia Pascual que nos propone un nuevo enfoque para tratar este problema, centrado en cambiar la forma en la que nos acercamos a la comida.

Comer por ansiedad, los atracones, son uno de los principales enemigos que tenemos para mantener un peso adecuado. Muchas personas caen en estos atracones de vez en cuando (y el clásico cheat meal puede resultar hasta beneficioso psicológicamente), pero cuando estos se producen con excesiva asiduidad, pueden convertirse en un problema serio que además es fuente de inseguridades y que nos baja la autoestima.

Ya te hemos hablado alguna vez de que comer más calorías de las que necesitas puede contribuir a ganar músculo, pero solo si se hace de una forma muy controlada, como te contamos aquí. Si comenzamos a comer mucho muy a menudo y esto empieza a convertirse en un problema, lo mejor es recurrir a la ayuda psicológica. Desde la psicología hay varias formas de afrontar este problema y para este artículo hemos recabado la opinión de Júlia Pascual, psicóloga oficial del centro de Terapia Breve Estratégica de Giorgio Nardone, que tiene un enfoque diferente al más clásico que habitualmente suele centrarse en el análisis de las emociones. Pascual, proporciona un tratamiento basado en una intervención casi quirúrgica, precisa, que aísla el problema para resolverlo de la forma más rápida y efectiva.

¿Cómo definirías lo que es comer por ansiedad?

Yo diría que más que comer por ansiedad el problema es la ansiedad por comer, que defino como una compulsión irrefrenable de ingerir alimentos. La persona come de forma inevitable y no puede parar, está llena, pero sigue comiendo, está dominada por esa compulsividad.

¿Es realmente la ansiedad la que nos hace comer más?

La ansiedad es un miedo excedido que nos provoca síntomas psicofisiológicos como la alteración de la frecuencia cardiaca, una respiración más acelerada, temblores, dolor de cabeza… Pero, en realidad, uno no come por miedo.

Lo que sí que hemos detectado en las personas que tienen ansiedad por comer es que en su día a día tienen un control excesivo con la comida y que, paradójicamente, es ese propio control el que, al final, les hace perder el control.

Se prohíben cosas y las prohibiciones tienen un efecto rebote en el ser humano: hacen que el deseo vaya creciendo hasta que se convierte en algo irrefrenable. Así la persona entra en un círculo vicioso difícil de romper.

Pero las personas que comen de forma ansiosa, no están sintiendo miedo, sino que están sintiendo mucho placer y por eso no pueden parar. La emoción que les mueve a seguir comiendo no es el miedo, sino el placer.

Hemos observado también que las personas que sufren este trastorno, suelen ser también controladoras en otros aspectos de su vida. Sufren ciertas inseguridades (tras las que puede haber diversos miedos) y su manera de controlarlas es ejerciendo un exceso de control.

Este exceso de control puede acabar desbordándose (por ejemplo al final del día tras una jornada de control exhaustivo) y llevando a comer demasiado, actuando como una válvula de escape.

Es totalmente normal sufrir de vez en cuando un ataque de hambre compulsiva.

Normalmente esta comida extra que comemos, aparte de engordarnos y sentarnos mal físicamente, nos hace sentirnos todavía peor. ¿Por qué?

Claro, una vez que hemos comido y el placer se acaba, nos sentimos muy mal. Nos sentimos culpables. Y ese sentimiento de culpa lo que hace es potenciar todavía más el deseo de control.

La persona que sufre este trastorno se promete que al día siguiente va a controlar, va a empezar una dieta, va a compensar lo que ha comido hoy de más. Y eso la tiene atrapada en una rueda.

El sentimiento de culpa lo que les produce no es dejar de comer, sino restringir más todavía y ese control les lleva al siguiente atracón.

Comer por ansiedad

¿Es posible diferenciarla de un hambre “normal”?

Por supuesto, cualquier persona que tiene este problema lo diferencia totalmente. Lo que ocurre es que la gente que sufre este problema de manera grave, ya no sabe qué es comer “normal”.

Existe un hambre compulsiva y un hambre fisiológica. El hambre compulsiva no puede esperar, parece como si nos fuera la vida si no la satisfacemos. Algunas personas que la sufren la definen como la necesidad de comer para calmar un malestar, aunque a veces ese malestar ni siquiera se llega a manifestar porque se come antes de que aparezca, de forma automática.

El hambre fisiológica, sin embargo, sí que puede esperar más. No responde a un malestar sino a una necesidad del cuerpo que no es tan apremiante.

¿Es normal sufrir de vez en cuando un ataque de comer compulsivamente?

Es totalmente normal sufrir de vez en cuando un ataque de hambre compulsiva. No pasa nada si nos pasa de vez en cuando y eso no nos produce un sufrimiento. Los problemas llegan cuando esto ocurre varias veces dentro de un mismo día o en momentos concretos como, por ejemplo, durante los fines de semana, y la persona lo vive como un problema. No es tanto un tema de frecuencia, sino más bien de la sensación negativa que el atracón nos puede producir y de la fijación con la comida que pueden sufrir estas personas.

¿Cómo podemos evitar tener una compulsión irrefrenable respecto a la comida?

Lo primero sería tener una buena relación con todos los alimentos, que ninguno nos dé miedo por el temor a engordar. Un alimento “prohibido” puede ser la mecha de un atracón en el futuro.

Por otro lado, a través de la Terapia Breve Estratégica, es posible resolver este problema en unas seis sesiones. Lo que hacemos es darle al paciente unas herramientas para romper el círculo vicioso en el que se encuentra y construir un nuevo equilibrio alimentario.

Le proponemos a la persona un experimento en el que se introduce una experiencia emocional correctiva que hace que se sienta diferente a la hora de comer y percibir la realidad, lo que le permite cambiar su experiencia con la comida y acabar con los atracones.

*menshealth

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