Se habla mucho sobre qué hacer cuando te dejan, de cómo afrontar el reto de quedarse solo de un día para otro, pero casi siempre el punto de vista es el de la persona a la que han dejado o, como mucho, del duro proceso que es afrontar cuando en una relación ambos miembros se dan cuenta de que todo ha terminado. De que no ha pasado nada pero, simplemente, el amor se ha acabado.
De lo que no se habla tan a menudo es de lo que siente el que deja, que a menudo se siente absolutamente embargado por la culpa y lo acaba pasando fatal, pudiendo incluso llegar a arrepentirse y retomar una relación que no le satisface.
Para explorar un poco los dos lados de las rupturas, nos pusimos en contacto con la psicóloga y experta en duelos y pérdidas Adela Martínez que nos habló en profundidad de todos estos sentimientos. Y también charlamos con Alberto Simoncini, terapeuta y autor de ‘El coraje de romperse’.
“Mi libro lo he escrito por dos razones principales una, porque la mayoría de los libros que hablan de duelos parecen libros para psicólogos o profesionales y son muy complicados de leer. Y este habla directamente al corazón más que a la mente para realmente ayudar a las personas que están en un proceso de este tipo: duelo, ruptura… Creo que viene bien hacer una auto lectura de qué tipo de rol estamos asumiendo en ese momento, para gestionar mejor el sufrimiento y no esperar que nadie venga a salvarnos”, dice Simoncini.
La clave es saber que no somos los únicos pasando por esta situación y que siempre se puede salir de un trauma así. Y la respiración siempre es muy importante para sentirse mejor: “Ha aumentado el número de gente con ansiedad y la ansiedad se caracteriza por respiraciones cortas y rápidas. Y respirar más despacio, hablar más despacio, todo eso cambia automáticamente cómo nos encontramos. El yoga y la meditación ayudan mucho también”
Pero… ¿qué patrones son comunes en la gente que experimenta un duelo o ruptura? “El hecho de que ya vengan y pidan ayuda ya significa que han hecho un salto importante. Llorar, pedir disculpas si es necesario… todo eso es otro paso hacia adelante. Hay que hacer las paces con nuestra vulnerabilidad, con la derrota y con el fracaso. No pasa absolutamente nada por mostrarse débil. De lo que se trata es de transformar sentimientos como la ira o el miedo y canalizarlos”.
¿Hay que abrirse siempre y contar las cosas? “Exactamente, no encerrarse en uno mismo. Cuando nos abrimos también al odio, a la envidia, a los celos, a la rabia, porque todas las emociones van a pasar cuando estamos en un proceso de duelo o ruptura. Te puedo asegurar la experiencia que incluso que quien ha perdido un hijo o una pareja tiene celos de los padres que siguen teniendo hijos o de las parejas que siguen teniendo parejas. Es natural”.
¿Qué hay que hacer para superar una ruptura, tanto si dejamos o nos dejan? “Por lo general lo que siempre viene bien es frecuentar menos las redes sociales, porque son amplificadores de ver ego y entonces amplifican la sensación de ser digamos, los más desafortunados del mundo, sobre todo cuando nos dejan. Sea lo que sea lo que acabamos de perder. recomiendo hacer actividad física, aunque sea andar, pero hay que mover el cuerpo, un cuerpo que se mueve es un cuerpo que difícilmente cae en depresión. Y, por supuesto, intentar siempre dormir un número mínimo de horas. Comer, alimentarse de una manera sana esos periodos, normalmente con el duelo, se cae también en temas de anestesia emocional bajo forma de alcohol, cigarrillos, drogas, sexo… Por eso es importante el contacto con la naturaleza: el mar, la playa, el campo, la montaña, lo que sea cada día, posiblemente, aunque sea pasear en un parque. Y cultivar relaciones que nos nutran, y el paso del tiempo, que lo cura todo”.
“Por la experiencia que yo tengo en terapia y la mayoría de las ocasiones es la persona que ha sido dejada la que viene a consulta”, nos explica Adela Martínez. “¿Por qué? Porque principalmente para la persona que ha sido dejada la ruptura supone una pérdida y como tal pérdida, lleva un proceso de duelo de manual con sus etapas bien desarrolladas en las que pasa por todas esas etapas de sorpresa, incredulidad, tristeza, hasta que llega al final a la aceptación. Sin embargo, sí es cierto que se detecta, y sobre todo se detecta mucho más en el caso de las mujeres, que cuando no se tienen las cosas demasiado claras, el dejador también sufre mucho el abandono, la pérdida, porque no deja de ser también una pérdida para él o ella”.
La doctora nos explica que en el caso de los “dejadores”, el dolor funciona de una forma un poco diferente. “La persona que deja también sufre un proceso de duelo pero es cierto que lo hace de una forma menos marcada y además suele saltarse las primeras etapas del mismo. En el momento en el que comunica su decisión ya tiene más o menos claro que quiere dejar la relación, por lo que no sufre sorpresa ni incredulidad. Sin embargo”, continúa Martínez, “suelen sufrir muchos problemas de autoestima, tanto generados a partir de la ruptura como que ya venían arrastrados de antes. Se sienten muy mal consigo mismos y les empiezan a afectar mucho las críticas de su expareja, de su familia, les duele el vínculo que tenían con las familiares de su expareja, de las amistades, etc.”
Pero quizá el sentimiento más complicado de gestionar para ellos es, según Martínez, la culpa. “La culpa es un sentimiento en el que se suelen enrocar las personas que dejan a su pareja. Ese sentimiento de culpa en muchas ocasiones les lleva a situaciones de crisis y de ansiedad permanente y es entonces cuando tienen que empezar a pedir ayuda profesional”.

También suele preocupar mucho que nuestros amigos, familiares o la persona a la que dejamos piense que somos una mala persona. “Este sentimiento puede generar verdaderas crisis de ansiedad y verdadero sufrimiento en la persona que ha dejado. A nadie le gusta que lo evalúen como alguien negativo, queremos que nos vean como personas perfectas, consideradas, inteligentes… Muchas veces las críticas realmente no son reales, pero el pensamiento nos juega muchas veces malas pasadas”.
Otro de los sentimientos que destaca la experta son las dudas. “Piensan ‘habré hecho bien, habré hecho mal’, aunque tengan el sentimiento de que realmente es lo que tenían que hacer y aunque lo hayan pensado durante mucho tiempo. Porque generalmente cuando dejas a una pareja y más si es una pareja estable, llevas un tiempo pensando. Siempre se da una oportunidad, intentas cambiar algo tú, intentas que la otra persona cambie, pero a pesar de tener ya la decisión tomada suelen entrar esas dudas”.
“En muchas ocasiones, además”, continúa, “sienten que no pueden dar marcha atrás por temor a lo que dirán los demás, siendo que he sido yo el que he dejado y ahora encima quiero volver. Esto les lleva a ocultar sentimientos de tristeza, porque no le quieren demostrar a los demás que se pueden haber equivocado o que realmente están sufriendo a pesar de haber sido ellos los que han tomado la decisión”.
Un error muy común y peligroso
Con todo esto que acabamos de decir, es muy habitual dejar una puerta abierta debido a toda la culpa que sentimos, por el qué dirán los demás, por el miedo de fallarle a la familia… “Hacer resto es muy perjudicial para ambos miembros de la pareja, ya que aunque se diga para mitigar el daño, a la larga acaba provocando que la otra persona tenga esperanzas en que todo vuelva a ser como antes, dificultándole la realización de su duelo y que llegue a la última fase de aceptación”, explica Martínez. “La puerta debería cerrarse desde el primer momento en que se toma la decisión y dejar claro que cuando una relación se termina, debe terminarse”.
Agregar Comentario