Clásico de Semana Santa donde los haya, hay películas que hay que ver una vez en la vida y una de ellas es Ben-Hur, la epopeya histórica de dirigida por William Wyler en 1959 -en España se estrenó en 1960- que hizo historia en los Oscar convirtiéndose en la película más premiada de la historia, con un total de once galardones. 64 años más tarde, ninguna otra película ha logrado arrebatarle el récord, pero sí hay dos que han logrado igualarlo: Titanicy El Señor de los Anillos: El retorno del Rey, ambas con once galardones cada una.
Con una duración de 212 minutos, tres horas y 20 minutos, la película está a la altura de grandes epopeyas de Hollywood y es una habitual de estas festividades que se celebran estos días.
Protagonizada por Charlton Heston y Stephen Boyd, este épico peplum bíblico marcó una época y a varias generaciones, mientras que varias de sus secuencias, como la carrera de carros, forman parte de forma inequívoca de la historia del cine. En el año 2016 se estrenó un remake, también bajo el título de Ben-Hur, pero estuvo muy lejos de repetir su éxito.
Centrado en el personaje de Judá Ben-Hur (Heston), un rico príncipe de Judea ha sido traicionado y enviado a las galeras por su amigo de la infancia, el tribuno romano Mesala (Boyd), Ben-Hur no solo es la historia de venganza del protagonista en su intento por recuperar su libertad, sino quecuenta también y sobre todo, en el fondo, la historia de Jesús.
A lo largo de la obra, la trayectoria de los protagonistas está estrechamente ligada a la de Cristo, hasta el punto de que el largometraje comienza con su nacimiento y termina justo después de su crucifixión.
Sin embargo, la representación de Jesús en Ben-Hur se diferencia radicalmente de las que estamos acostumbrados a ver en la pantalla, debido a una especificidad bastante llamativa de la puesta en escena: nunca durante la película vemos el rostro ni oímos la voz de Cristo.
Esta particularidad, que sin embargo ofreció al largometraje una de sus escenas más bellas, nació de una ley británica de la época, que simplemente prohibía la representación física o vocal de Jesús en el cine, a menos que fuera el personaje principal de la película. El actor estadounidense Claude Heater, que lo interpretó de espaldas en Ben-Hur, ni siquiera apareció en los créditos.
Sin embargo, aunque esta normativa pudo haber obstaculizado seriamente su puesta en escena, el director William Wyler supo convertirlo en una fortaleza: a lo largo del largometraje, la representación de Cristo pasará únicamente por la imaginación del espectador, y sobre todo por la interpretación magistral del resto de actores.
Una buena prueba de ello, como apuntan nuestros compañeros de AlloCine, es la secuencia en la que Ben-Hur cruza el desierto, encadenado con los demás galeotes, y se desploma en el suelo, exhausto y totalmente sediento. En este momento, sólo vemos la mano de Cristo dando de beber a Judá, y su silueta interponiéndose entre este último y un oficial romano. La fuerza de la escena proviene exclusivamente de la expresión fascinada de Charlton Heston y del rostro atónito del actor que presta sus rasgos al centurión. Suficiente para dejar un recuerdo imborrable en los espectadores de la película y ofrecer a Ben-Hur uno de sus momentos más destacables.
*sensacine
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