El cuidado personal de los adultos mayores es un aspecto clave para garantizar su bienestar y calidad de vida. Sin embargo, una pregunta frecuente entre quienes están a cargo de personas de edad avanzada es la frecuencia con la que deben bañarse a estos adultos. La respuesta no es sencilla, ya que depende de varios factores como el estado de salud, la movilidad y la sensibilidad de la piel.
La doctora Sylvie Meaume, dermatóloga y jefa del Servicio de Geriatría, Heridas y Cicatrización en el Hospital Rothschild, en Francia, destaca que, a medida que las personas envejecen, la piel se vuelve más delgada y sensible, lo que hace que bañarse con demasiada frecuencia pueda causar resequedad, irritaciones o incluso infecciones. Para muchos adultos mayores, un baño completo diario puede no ser necesario y en algunos casos, incluso, puede ser contraproducente.
A partir de los 65 años, la piel cambia y necesita otros cuidados
La película hidrolipídica, una barrera natural que protege la piel y mantiene su hidratación, se debilita con la edad. Un lavado excesivo o agresivo puede dañar aún más esta barrera, comprometiendo la protección contra agresiones externas y acelerando la pérdida de hidratación.
¿Qué recomiendan los expertos?
Meaume recomienda que, a partir de los 65 ó 70 años, lo ideal es “enjuagarse el cuerpo diariamente, pero usar jabón solo un día de cada tres, evitando frotar la piel con demasiada fuerza”. Este enfoque reduce el riesgo de resecar la piel, sin descuidar la higiene. Sin embargo, la limpieza diaria de áreas clave como el rostro, axilas, genitales y pies es fundamental para evitar infecciones y mantener el bienestar general.
En casos donde la movilidad está comprometida, como en personas con enfermedades crónicas o discapacidades, se pueden utilizar toallitas húmedas o baños de esponja, que resultan eficaces para mantener la higiene sin exponer la piel al agua de forma excesiva.
Una higiene adaptada al envejecimiento
- Temperatura del agua: utilizar agua tibia en lugar de caliente, para evitar resecar la piel.
- Duración de la ducha: según los expertos de la Escuela de Medicina de Harvard, 3 a 4 minutos son suficientes.
- Productos de higiene: optar por aceites de ducha o jabones dermatológicos suaves, evitando aquellos con tensioactivos agresivos, como sulfatos o ácidos.
- Secado adecuado: secar la piel con pequeños toques de toalla, en lugar de frotar vigorosamente.
Estas recomendaciones deben adaptarse a factores como la estación del año, las actividades diarias y el estado de salud de cada persona. La frecuencia de las duchas no debe confundirse con el descuido de la higiene, sino con un enfoque más consciente para preservar la salud y el bienestar de la piel de los mayores.
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