En Shogun, el realismo histórico lo es todo. Desde su primer e impactante primer capítulo, la serie de Star+ deja claro que además de ser una afortunada adaptación del libro de James Clavell, es un drama con peso propio. Eso, gracias a su recreación del Japón del medioevo y la forma en que explora en los tortuosos conflictos políticos que rodean al shogunato en que se desarrolla la historia. Lo que comienza por un aparente conflicto de sucesión, termina por ser la demostración de la manipulación en grandes esferas del poder y la ruptura de la cúpula del poder en la región. Al menos, en la manera en como Japón lo interpretaba por la época.
Una premisa semejante depende en buena medida del detalle histórico que se incorpora a la historia de Shogun. Un punto que la producción ha tenido en cuenta al momento de desgranar su complicado tablero de intereses. Desde la forma de profundizar en la moral, comportamiento y el punto de vista de la lealtad, hasta el suicidio de honor. Lo cierto es que Shogun analiza su argumento a través de la idea que el contexto — y su precisión en su relato — es de enorme interés para enriquecer el resultado en pantalla. Lo que se hace más evidente de capítulo a capítulo.
Pero además de lo anterior, Shogun dejó claro algo: los dramas históricos han recuperado su valor y en especial, el interés del público. Para celebrar lo anterior, te dejamos cinco películas que te gustarán si disfrutas de Shogun. De un elegante western con un trasfondo existencialista a una cinta que profundiza en el complicado terreno de los bombardeos a Japón durante la Segunda Guerra Mundial. La selección recorre lo mejor de un género imprescindible para comprender a Hollywood y su importancia en la actualidad.
Tombstone: la leyenda de Wyatt Earp
La cinta de George P. Cosmatos está considerada como uno de los mejores wésterns de los últimos cuarenta años. Con su capacidad para explorar tanto en el escenario histórico de 1879 como en sus complejos personajes, el argumento de Kevin Jarre es un tributo al género. Pero más que eso, utiliza el escenario de un Oeste norteamericano hostil y brutal, para analizar el bien, el mal y la moral de la época.
El relato, que sigue a Wyatt Earp (Kurt Russell) en su intento por pacificar la brutal ciudad de Tombstone en plena fiebre del oro, evita lugares comunes para contar su historia. De modo que su protagonista es mucho más que una figura benévola con la justicia. Antes que eso, Russell brinda al papel una ambigüedad por momentos incómoda, que hace de su personaje uno de los más memorables de cintas del Oeste norteamericanas.
Pero es el retrato de Cosmatos del siglo y del territorio, lo que sostiene la considerable personalidad de la película. Desde primeros planos que se adentran en casas y tabernas construidas con tablones de madera, hasta el cuidado detalle en la ambientación de atuendos y decorados. Tombstone: la leyenda de Wyatt Earp, es un recorrido bien construido a través de una historia dura y cruda. Uno de sus puntos más fuertes y que la han convertido en un clásico moderno del género.
Océano de fuego
En 2004, Joe Johnston tomó el relato de la vida del aventurero Frank Hopkins y la convirtió en una alegoría a la esperanza y al sentido del propósito. Océano de fuego, es mucho más que un drama histórico con un antihéroe por protagonista. Al mismo tiempo, es una celebración a los ideales que llevaron a buena parte de los trotamundos de mitad del siglo XIX recorrer nuevas fronteras.
Pero en especial la cinta, celebra una proeza que todavía en la actualidad causa sorpresa. Hopkins (interpretado por Viggo Mortensen), es un extraño en todas partes, como el protagonista de Shogun. Por lo que, sin nada que perder y mucho que ganar, termina en pleno desierto arábigo en medio de un evento capaz de cambiar su vida en adelante. Eso, si logra recorrer a lomos de su caballo mestizo Hidalgo, la carrera de tres mil millas. Una celebración a la osadía y resistencia, que por entonces solo podían acometer los participantes nacionales o de linajes nobles.
La cinta no solo cuenta la hazaña de Hopkins — recreando el hecho real con asombroso realismo — sino su parte más emocional. El competidor, que después escribiría un libro sobre la experiencia, insistiría en que fue su fiel caballo el que le permitió triunfar. Un elemento que la cinta destaca y convierte en la dimensión más humana de su relato.
Cruzada
Ridley Scott siente una evidente predilección por los dramas históricos. El director, que el año pasado estrenó la controvertida Napoleón, con resultados mixtos, ya tenía experiencia en escenarios grandilocuentes, que utilizan la historia como telón de fondo. En el 2005, filmó Cruzada, en la que, a través de un personaje solitario, recorrió Jerusalén y las tierras en medio da disputa religiosa que atravesaron a la Europa medieval, una época que comparte, en parte, con Shogun.
Balian de Ibelin (Orlando Bloom), es el hijo bastardo de un caballero que intentará, por todos los medios a su alcance, lograr el reconocimiento y la gloria en medio de las cruzadas. Pero lo que comienza como un recorrido en busca de reivindicar su nombre, se volverá una batalla por salvaguardar todo lo que considera valioso y amado.
Rodada en fastuosos exteriores, la película sorprende por convertir al Castillo de Loarre (Huesca) en un escenario irreconocible. También lo hace con de Portocarrero (Palma del Río, Córdoba). Ambos, transformados en parajes de la Francia más antigua. Para sus escenas finales, en que Balian regresa a sus tierras, el apartado histórico se convierte en el perfecto símbolo de su paz interior. El punto más interesante de la película.
G.I. Jane
También de Ridley Scott, la cinta está enfocada en un drama que depende del contexto para comprenderse. G.I. Jane, basada en la vida de Danielle Alexandra, muestra la disparidad, presión y violencia que el mundo militar estadounidense ejerce sobre sus funcionarios femeninos. En especial, los que han decidido continuar la complicada pirámide jerárquica, a través de rudos entrenamientos y la presión de sus pares masculinos.
Jordan O’Neill (Demi Moore) deberá demostrar su valía en medio de un escenario hostil. En particular, cuando sus ambiciones y aspiraciones dentro de la milicia, chocan de manera frontal con los rigurosos y arcaicos métodos de promoción. Obligada a someterse a un entrenamiento brutal que se hará incluso violento a medida que transcurre, la oficial comprenderá un punto crucial. Que su ascenso al lugar formal que aspira, no depende tanto de su habilidad como de su perseverancia.
G.I. Jane causó molestia y controversia al momento de su estreno, pero también, dejó algo claro a su paso. El relato que plantea, que muestra la desigualdad por el género en el mundo militar norteamericano, detalla la lucha de los que se enfrentaron al estamento para lograr el éxito.
Tora! Tora! Tora!
Este clásico de 1970 de Richard Fleischer, Kinji Fukasaku, Toshio Masuda, está disponible en su versión ampliada y remasterizada en el catálogo de Star+. La narración acerca de la Segunda Guerra Mundial, desde el punto de vista de los triunfadores y los vencidos, sorprendió. A la vez, conmovió al mundo, en una década de especiales movimientos sociales, tan turbulenta como Shogun.
Al mismo tiempo, profundizó en la idea acerca del futuro y la posibilidad de comprender un mundo de lleno de diferencias. Eso, a pesar de que la película relata el ataque japonés a la base naval estadounidense de Pearl Harbor. No obstante, también, lo que significó para Asia una provocación semejante y lo que debió sufrir, debido a las inevitables consecuencias que tuvo que afrontar.
Frontal, brillante y aterradora en cierto punto, la cinta es considerada una joya del drama bélico similar a Shogun. Pero, a la vez, un drama histórico que analiza desde una perspectiva profunda a sus personajes, tanto los vencedores como los vencidos. Su característica más recordada.
*hipertextual